Qué es la responsabilidad – Definición, Significado y Concepto

En numerosas ocasiones, escuchamos la expresión que la infancia es la mejor época de la vida porque no hay responsabilidades. Otros, en cambio, prefieren la juventud a partir de los 18 años porque ya somos adultos y, por tanto, no tenemos todavía la total responsabilidad de nuestra vida pero sí adquirimos una mayor libertad al poder conducir, entrar en locales de fiesta para adultos y poder gozar de otras actividades que no podemos hacer cuando somos menores de edad. Sea como sea, es una realidad que a medida que crecemos vamos adquiriendo un grado de responsabilidad mayor hasta que llegamos a la edad adulta donde somos totalmente responsables de nuestros actos. Podemos conducir pero también podemos entrar en la cárcel y, por tanto, hay que actuar con mucha más cabeza porque nuestros padres o nuestro tutores dejan de ser nuestros representantes legales. A nivel económico, como invirtiendo en Bitcoin, también hay que usar el cerebro.

¿Qué es la responsabilidad?

Definir la responsabilidad es complicado porque resulta un concepto realmente amplio. A grandes rasgos, no es más que cumplir con las obligaciones que se nos son correspondidas en nuestras actuaciones. Obviamente, cada uno de los actos deben ser valoradas de forma consecuente si se quiere actuar responsablemente. Pongamos un ejemplo para entenderlo mucho mejor. Pongamos por caso que es sábado por la noche y salimos de marcha con los amigos. Tomamos unas cuantas copas de más y llega la hora de volver a casa.

Actuar de forma responsable es ponerse a valorar si estamos capacitados para ponernos al volante y coger un coche para volver a casa. No es tanto si finalmente decidimos conducir y ponernos al volante algo ebrios, sino el hecho de pensarlo y valorarlo. En cambio, actuar de forma irresponsable no sería más que no realizar este pensamiento. Se suele decir que las personas irresponsables actúan de forma inconsciente, básicamente por el hecho que no realizan este pensamiento expuesto anteriormente. El término “responsabilidad” proviene del latín responsum. Su significado no hace más que ilustrar su función actual cuando la utilizamos en nuestro vocabulario. Tener la capacidad de dar una respuesta o corresponderse con los demás. Básicamente porque la responsabilidad también implica pensar en los demás. Siguiendo con el ejemplo del coche se pueden hacer varias lecturas cuando queremos actuar de forma responsable.

Por un lado, podemos pensar en la posibilidad de sufrir un accidente y acabar nosotros dañados, además de la sanción económica que nos puede caer por conducir con un alto grado de alcohol en sangre. Además, también se puede realizar esta reflexión pensando en los demás. Al volante contamos nosotros, pero también podemos hacer daño a un peatón, a un ciclista, a un motorista o simplemente a otro conductor. La palabra consciencia va muy relacionada con responsabilidad, porque si tenemos consciencia de las consecuencias de nuestros actos podremos actuar de forma totalmente responsable. Además, ser responsable implica confianza de los demás hacia nosotros. La responsabilidad también implica el cumplimiento de tareas por lo que cuando trabajamos en equipo es vital tener dicha confianza en que el resto del equipo actuará correctamente cuando fuera necesario. En el campo de los estudios o el trabajo se habla de una persona responsable como aquella que es capaz de llevar a cabo las funciones de forma adecuada, cumpliendo los plazos y además respetando las condiciones del contrato emocional que firma un trabajador con su empresa en el momento que se incorpora a la plantilla.

En el ámbito jurídico también podemos hablar de responsabilidad ya que es deber del ciudadano el respeto a la ley y a las normativas de ordenanza municipal y jurídica. Todo ciudadano que vive en un Estado de Derecho y democrático como el español tiene la obligación de disfrutar de sus derechos, pero también de cumplir con sus obligaciones, ya sean morales o materiales. Por ejemplo, todo ciudadano es igual ante la ley y, por tanto, debemos tratar a todo el mundo igual ante la ley. En este sentido, vivir en un estado democrático, de forma indirecta, nos hace obtener una serie de responsabilidades que nos son concebidas de forma indirecta cuando cumplimos la ley. Algunos teóricos defienden que un país donde reina la anarquía es un país donde no existe ningún tipo de responsabilidad. Las empresas también adquieren una serie de responsabilidades morales con el mundo que, en algunos casos, también lo utilizan para hacer cumplir con sus objetivos de venta. En el ámbito empresarial es bien conocido el término responsabilidad social corporativa.

Por desgracia, la igualdad en el mundo está lejos de producirse y existen algunas partes del planeta donde pasan hambre, hay enfermedades y las condiciones de vida no son las mismas de las que podemos disfrutar por ejemplo en Europa. Por ello, las multinacionales destinan una parte de sus beneficios a intentar ayudar a los más desfavorecidos con acciones que estén relacionadas con su negocio. Por ejemplo, una compañía de comida puede dar parte de la mercancía para erradicar el hambre en el mundo. Cada compañía encuentra su manera. Obviamente, hay un objetivo detrás de todo esto y no es otro que el de proporcionar una imagen positiva de la empresa en la mente de su público. Cuando alguien quiere un producto hace una selección de marcas en su cabeza. Tener una imagen positiva entre los consumidores ayuda a que la elección de nuestra empresa vaya por delante de la competencia. A eso se le conoce en marketing como posicionamiento de marca.

Ventajas de ser responsable

Con todo, ser responsable nos aporta numerosos beneficios para nosotros y todo el mundo que nos rodea. Algunos de los más destacados son los siguientes:

  • Aportar confianza. En un equipo la confianza es fundamental. Si tenemos una actitud responsable conseguiremos ganarnos la confianza del resto de compañeros y así tendremos un buen ambiente de trabajo, menos secretos y también la posibilidad de volvernos más flexibles en cuanto al trabajo.
  • Tener la consciencia tranquila. A muchas personas les es necesario irse a dormir cada día con la consciencia tranquila. Es algo que requieren para no sufrir y poder conciliar bien el sueño. Por ello, si adoptamos responsabilidades de forma correcta y hacemos la valoración previa expuesta anteriormente también conseguiremos este punto si nos es necesario.
  • Evitar meternos en líos. Si somos responsables en nuestros actos no haremos daños a los demás y a buen seguro que evitaremos infringir la ley. Por ello, tener una actitud responsable nos ayudará a movernos con mayor tranquilidad por la zona donde vivamos y hagamos nuestra vida diaria.
  • Conseguir favores de otras personas. Se suele decir que todo lo que hacemos nos vuelve. Por ello, si hacemos el bien nos devolverán el bien y viceversa. Tener una actitud responsable nos ayudará a crear empatía con los demás y, en ese sentido, ser más fácil que nos devuelvan un favor cuando lo necesitemos.

Como ves, el trabajo tiene su recompensa. Ser responsable, cuando se es joven, parece algo realmente complicado. Acabamos de cumplir la mayoría de edad y nos sentimos con la adrenalina por las nubes, pero debemos ser capaces de poner los pies en el suelo y ser conscientes de todo aquello que hagamos. Especialmente, cuando empezamos a conducir. Muchos cometen errores que les condiciona el resto de su vida, como es el caso de quedarse en silla de ruedas.

Cómo ser responsable

Hoy en día, existen numerosas formas de ser responsable y de tener la consciencia tranquila. En este artículo, repasaremos algunas de ellas. La principal es precuparnos de los demás como si lo hicieramos de nosotros mismos, es decir, no quieras para los demás lo que no quieras para ti. En este sentido, aunque vayamos a casa de otra persona, por ejemplo, actuemos como si estuvieramos en la nuestra. Para dar un ejemplo, si ensuciamos algo lo limpiamos para no dar más trabajo de la cuenta al anfitrión. Uno de los primeros mandamientos, en este sentido, es actuar siempre de la misma manera y ponernos en el lugar de los demás. Hablamos de limpiar, pero también nos sirve para dejar las cosas ordenadas como por ejemplo si nos quitamos los zapatos para estar más cómodos. Al mismo tiempo, no esperemos a que nos pidan las cosas para hacerlas. Seamos receptivos, empáticos y mostremos nuestra voluntad de ayudar en todo momento. Por último, seamos constantes en nuestra actitud. Es importante que no sea solo flor de un día sino que sea una constancia a lo largo de los meses del año. De nada sirve hacerlo un día bien, si a partir del día siguiente lo haremos siempre mal. Seamos positivos.

Esta empatía debe ir acompañado de una buena madurez, especialmente cuando estamos en pareja. Intenta acompañar estos dos conceptos, especialmente cuando se produzca algún tipo de conflicto o discusión que requiera la mediación. Si no eres capaz de afrontar estas situaciones de tensión no tendrás demasiado futuro en una relación. Trata de ayudar siempre a la otra persona, y admite tus culpas y pide perdón en las acciones que te hayas equivocado. Si te obcecas siempre en tener la razón aunque no sea verdad será complicada la convivencia y sufriréis ambos, llegando hasta una situación límite como sería la ruptura y todo el trauma posterior que esto puede acarrear. En este sentido, la verdad siempre ha de ir por delante en todo momento. No digas mentiras, porque como dice el dicho: «se pilla antes a un cojo que a un mentiroso. Nunca te aísles pese a la crisis que puedas estar sufriendo. Los amigos y la familia debes tenerlos siempre a tu lado, porque te brindarán una ayuda que puedes necesitar en cualquier momento. Si intentas resolver todos los problemas por tu cuenta tendrás un sufrimiento totalmente innecesario. Otras personas de confianza pueden hacerte ver las cosas de una manera totalmente distinta a la tuya.

La responsabilidad también está relacionada con ser resolutivos. No busquemos nunca el enfrentamiento, sino siempre la concesión de mirar por el bien común. Al mismo tiempo, cuando nos encontramos con un problema podemos caer en el error de buscar culpables en lugar de situaciones. Esta circunstancia se puede extrapolar a múltiple contextos, que pueden ir desde el laboral, personal o escolar. El trabajo en equipo consiste en remar todos a una y, en este sentido, una actitud responsable pasa por no culpar a los demás, creando un conflicto que pueda romper la harmonía del trabajo, sino en buscar soluciones y hacer piña en todo momento para que reine el buen ambiente.

En este sentido, demostraremos ser responsable cuando actuemos con cabeza y no con el corazón, especialmente en las frases que salen de nuestra boca. Hay que pensar antes de hablar, ya que lo que digamos, y también la forma en que lo digamos, puede afectar y mucho a la otra persona. Una misma frase dicha de una forma más constructiva puede tener unas consecuencias mucho más positivas que de forma destructiva. Ser responsable es uno de los primeros valores que debemos aprender en la vida.

¿Te ha gustado?
1 usuario ha opinado y a un 100,00% le ha gustado.

Deja un comentario

Tu dirección de email no será publicada.